Como sabemos, el mundo financiero y los mercados de divisas han sido uno de los principales beneficiados de la aparición y expansión de las tecnologías de telecomunicaciones, en especial Internet. Se ha favorecido enormemente la inversión en cualquier punto del globo, promoviendo el movimiento de capitales.
Recientemente, la aparición de las conocidas como monedas criptográficas o criptomonedas, han permitido la adquisición de bienes y servicios mediante elementos ajenos a los sistemas bancarios clásicos, con unas estructuras, que si bien aún son incipientes y no están muy extendidas, facilitan aún más la inversión y la compra de bienes y servicios a través de la Red.
Cuando pensamos en monedas criptográficas, todo el mundo tiende a relacionar el concepto con los Bitcoins o Litecoins. Si bien el Bitcoin y Litecoin son la monedas criptográficas de más éxito y las más extendida en su uso cotidiano, lo cierto es que existen multitud de divisas digitales con un funcionamiento similar. Se configura así la aparición de un nuevo mercado de divisas, no basado en la riqueza del país emisor de la moneda, sino en la confianza depositada por los usuarios en el servicio.
Se trata por tanto de un campo en completa expansión, un mercado donde las oportunidades son enormes, y la competencia es voraz: todos los días surgen nuevas iniciativas, ya sean nuevas criptomonedas o nuevos servicios vinculados a ellas, desde servicios de transferencias entre divisas a sistemas de recogida de dinero en cajeros automáticos usando criptomonedas y un teléfono móvil.
Estas oportunidades, sin embargo, no han pasado desapercibidas para los actores tradicionales del mercado de divisas, los bancos: hace tan solo unos meses, fuentes del Banco de Inglaterra confirmaban que se encontraban estudiando la posibilidad de crear una criptomoneda propia, algo así como una “Libra Virtual” que siguiese un protocolo parecido al de Bitcoin o Litecoin.
Kenneth Moore, jefe del Citigroup Innovations Lab, ha confirmado que Citibank, banco global con representación en más de 36 países a nivel mundial, se encuentra trabajando en su propia criptomoneda, encontrándose en fase de testeo a nivel interno. De ser así, pronto podríamos encontrarnos ante el salto de otros muchos bancos a este nuevo mercado, tratando de no quedarse atrás en la lucha por el posicionamiento en un mundo cada vez más digitalizado.
Sin duda se abre así un periodo de exploración e innovación en este ámbito, un nuevo mercado donde los actores clásicos no tienen la iniciativa que habían venido disfrutando hasta ahora, y donde solo los servicios más seguros, y que más confianza generen, podrán sobrevivir y prosperar.
Áudea Seguridad de la Información